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viernes, 18 de febrero de 2011

El periodismo Ejercido como necesidad

        Quienes visitan mis blog podrán observar la poca producción que ha surgido de mi PC en los últimos meses.
Es justamente esta cierta apatía por lo que sucede a mí alrededor o lo poco que impactan en mis sentidos los acontecimientos, de por sí predecibles, de nuestra sociedad globalizada, aquello que ha limitado mi producción periodística.
Por supuesto que llegado a esta instancia, me pregunto si no ha llegado el momento de “colgar los guantes” y seguir escribiendo los temas que me ocuparon estos meses.
El periodismo surge como una imperiosa necesidad de expresar nuestro pensamiento ante sucesos sociales que merecen una explicación o una respuesta que nos sirva al conjunto; uno supone tener una argumentación plausible que la explique o responda queriendo hacerla llegar, al menos, a quienes nos siguen.
Es en estos periodos de apatía que se obnubila toda creatividad, curiosidad, e interés por nuestro entorno, nos parece que nada merece nuestra atención o nuestro análisis.
Es posible que esta sensación sea un valor agregado a los años, la experiencia, y el hastío, por aquello que pretendemos comprender, analizar o explicamos, pero no podemos cambiar... todo sigue igual.
Es en estos momentos cuando surge el periodista que niega la posibilidad del cambio por la simple razón de explicar los hechos.
Los cambios son motivados por la imperiosa necesidad de cambiar que tiene la sociedad global, no porque un periodista pueda dar una explicación o una argumentación, más o menos plausible de lo sucedido; Esto pudo motorizar un análisis quizás más profundo de un suceso pero es, sin lugar a dudas, la sociedad en su conjunto quién propiciará ese cambio.
Es quizás esa apatía social para producir los cambios, tan necesarios que requiere nuestra sociedad, aquello que me produce este enorme descreimiento y mi propia apatía para decir lo que pienso, convencido que no podré inducir o motorizar las modificaciones requeridas.
Sin embargo esa es la función del periodista, expresarse, aún sabiendo que su palabra, sólo será eso, su palabra.
Existen momentos en la vida de los seres humanos que nos preguntamos si lo nuestro, aquello que hacemos, sirve o cumple los objetivos por el cual lo hacemos, en particular cuando nos aproximamos a la encrucijada de la vida.
Esta es mi situación actual, si bien creo haber dado todo lo que podía dar en ese objetivo de hacer un mundo mejor para mis hijos, creo que ese esfuerzo, si bien los veo como un fracaso, no ha sido en vano.
Todos desde su ámbito debemos hacer lo posible por concretar nuestros sueños, y en ese llevarlos a la práctica, en esa militancia social, se aportan situaciones y circunstancias que contribuyen al crecimiento de la sociedad y la cultura, no importando si los intereses personales, mínimos si nos atenemos a los objetivos globales, se ven reflejados finalmente en nuestro hacer. 
Ese “Duro oficio de escribir” es sin lugar a dudas aquello que elegí para este viaje interrumpido que llamamos “vida”, y porque no “Muerte”, (Ver “a Vida Infinita”)
Es bajo esta premisa que espero pase pronto este momento de quietud creativa y me permita seguir haciendo lo que me gusta, no sé si es lo que sé hacer, esto deberá decirlo usted que en definitiva es el destinatario de aquello que escribo.
A quienes me siguen, y se detienen a leer mis notas les pido disculpas, quizás la sociedad me envíe esa sutil señal que me impulse a expresarme, aún cuando sólo lo lea usted, para mí es más que suficiente.